lunes, 5 de junio de 2017

Gisbert Haefs: “Cervantes era un juglar como Bob Dylan”


Gisbert Haefs se enamoró de la literatura de Jorge Luis Borges cuando apenas tenía 20 años, con el tiempo llegó a traducir la obra completa del escritor argentino. Haefs es también una voz autorizada para la novela policial e histórica de Europa, donde es uno de sus grandes exponentes. Con una treintena de libros publicados, el autor alemán estará hoy y mañana en la FIL Santa Cruz hablando de su trabajo.

Usted ha traducido a importantes escritores latinoamericanos ¿Cómo fue ese acercamiento a esos autores?
Pura casualidad. Un viejo amigo me decía “Tú tienes que leer a Borges”. Entonces, lo leí y me gustó muchísimo, pero también me di cuenta de que las viejas traducciones no eran muy buenas.

En ese momento yo tenía cerca de 20 años. Mi español era muy rudimentario, estaba por empezar estudios de filología hispánica. Durante el estudio también hemos hecho teoría y práctica de la traducción y un par de años después, cuando tuve la posibilidad de hablar con la gente responsable de publicar a Borges en Alemania les dije lo de las traducciones, y estuvieron de acuerdo.

Traduje todo Borges, un poco de Bioy Casares después, algo del mexicano Alejandro Rossi, Heberto Padilla de Cuba, el español Juan Goytisolo. Pero después lo dejé un poco, porque cuando empiezas a escribir no tienes éxito inmediato -y quizás nunca-, entonces, al hacerme escritor/traductor, escribía cosas mías y traducía, para tener dos piernas (subsistir), y con el éxito de mi propia pierna he reducido un poco el trabajo de las traducciones.

siempre me gustó, pero desde hace 25 años tengo la suerte de poder elegir lo que quiero hacer. Y claro, lo que hago son las cosas de mi corazón, algo que me gusta hacer como por ejemplo, leyendo a Borges descubrí que él siempre habla muy bien de Rudyard Kipling y he descubierto a Kipling a través de Borges, y lo traduje. Hace mucho tiempo yo hacía música y cuando hace un par de años preguntaron quién podía traducir todas las canciones de Bob Dylan, dije yo.

A propósito de lo de Dylan cómo tomó su nobel de Literatura y toda la polémica de gente que lo apoyaba y la que no ¿Usted en qué bando está?
Estoy en el bando de Bob Dylan. Creo que los académicos -y seguro que parte de la crítica- tienen una idea de alta literatura que ha de ser solemne, importante, y bueno, la gran literatura mundial, digamos Homero, Cervantes, Shakespeare, no están de ese lado, son juglares, como Dylan. Es decir, hacen cosas para no aburrirse a sí mismos y hacen cosas para divertir a la gente, porque para mí, aburrir a la gente no puede ser la tarea principal de un escritor.

Hablando de su trabajo con la novela histórica ¿Cómo se puede dar la vuelta a un tema histórico tan visitado y sorprender al lector?
Eso tiene mucho que ver con ideas nuevas. Por ejemplo, no me parece muy sensato contar una historia que todos conocen por enésima vez si no hay algo nuevo. Pueden ser nuevos datos, nuevos hechos, o solamente una nueva perspectiva. A mí siempre me ha apasionado la historia, entonces, no veo gran diferencia entre novela regular, novela histórica, novela negra y ciencia ficción.

Es todo un juego de juglares, y si encuentro algo interesante me pongo a pensar si puedo hacer algo con eso. Claro que siempre he tenido preferencias históricas, como por ejemplo si me preguntan cuál de las grandes figuras de la historia me interesa particularmente, mi primera respuesta será Aníbal. Por eso mi primera novela histórica fue Aníbal. Otras veces son cosas de la casualidad.

Usted tradujo obras completas de autores en inglés y en español ¿Cómo ha sido este trabajo, qué es lo que le interesa de la traducción?
Lo que quiero hacer es recrear el efecto del original de la traducción para el lector.
Claro que uno debe evitar errores, por ejemplo cosas muy simples: se puede decir ‘buenas tardes’ en español y en inglés, pero no se puede ni en alemán ni en francés. Entonces, siempre hay que saber que hay límites en el idioma original y en el idioma de la traducción, pero siempre trato de acercar más el libro al lector que de forzar al lector a acercarse al libro en otro idioma.

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